Leonardo
Padrón

La gran pregunta

Leonardo Padrón
CaraotaDigital – dic 3, 2015

En todas las esquinas del país nos encontramos con la misma pregunta, como si fuera un semáforo inevitable, en el que uno se detiene con cautela: ¿Qué va a pasar el 6 de diciembre? La pregunta la repiten las azafatas, los taxistas, los mesoneros, los beisbolistas. Incluso hasta aquel que no tiene edad para votar. El país entero está acechante, desvelado por la incertidumbre, como quien espera el resultado de una delicada biopsia. Pero esta vez en el consultorio del médico hay, apretadamente, millones de pacientes con el alma en vilo.La interrogante “¿Qué va a pasar el 6D?” entraña, a la vez, una cadena de preguntas. La incertidumbre tiene varias gavetas.

Es como una muñeca rusa que contiene en su último vientre el destino del país. Cada acertijo te lleva a otro, más inextricable. Primera pregunta gruesa: ¿quién va a ganar la mayoría parlamentaria? ¿Se cumplirá el pronóstico que cantan todas las encuestas? Y si así ocurre, ¿cuál será el saldo definitivo? ¿De qué tamaño será la victoria de la unidad opositora? ¿Alcanzará la mitad más uno de los parlamentarios (mayoría simple)? ¿Las tres quintas partes de los diputados de la Asamblea? ¿Los dos tercios? O incluso, ¿existe la posibilidad de una sorpresa de última hora a favor del gobierno? Demasiadas preguntas dentro de un mismo signo de interrogación.

En el caso de que las proyecciones se cumplan -ellas, que andan tan unánimes por la calle- cada porcentaje mayor del triunfo activa más y más controles para detener los desafueros de un régimen acostumbrado a manejar el poder sin freno alguno, como un adolescente ebrio al mando de un costoso vehículo. Eso, los frenos al desastre es lo que reclama con urgencia el país.
Una vez resueltas estas preguntas el domingo 6 de diciembre, quizás al filo de la medianoche o de la conversación final de Tibisay Lucena con Miraflores, se disparan nuevas interrogantes, tan o más cruciales: ¿qué ocurrirá en consecuencia?, ¿aceptará el gobierno su derrota, sea cual sea el calibre de la misma? En este punto hay conjeturas de distinto tenor. Fernando Mires, ese lúcido analista político, por ejemplo, no duda en afirmar que la actitud de Nicolás Maduro y su combo será la misma que han exhibido cada vez que se enfrentan a una derrota electoral: el olímpico desconocimiento del resultado. El propio Maduro se ha encargado, con sus amenazas y excesos habituales, de insuflar esa sensación de que es un muy mal perdedor.

Maduro le puede dar el palo a la lámpara. Así de simple. Es su estribillo recurrente. En modo malandro. Con la consabida arbitrariedad de esta raza de ciudadanos que han hecho costumbre arrebatar lo que no saben ganarse en buena lid. Y si eso sucede, ¿entonces?, ¿cuál será la actitud de la oposición, si el gobierno sencillamente decide escamotearles el triunfo? El que más grita, el virulento, el que se ufana de poseer la lealtad de los militares, el que más armas tiene, el que se ha manejado históricamente sin escrúpulos a la hora de los abusos, puede pasar de los ladridos al mordisco. Sí. Puede.

Entonces, la última gran pregunta es:¿Nicolás Maduro le demostrará al mundo el domingo 6 de diciembre, en la baranda de la medianoche, que es un hombre con un resquicio de talante democrático o se convertirá, de una buena vez y por todas, con el apoyo de Padrino López, en un gorila más de los tantos que han enturbiado la historia del continente? ¿Será esa la noche de su salvación con un átomo de dignidad o su inmersión total y definitiva en la oscuridad de una nueva dictadura latinoamericana?

Leonardo Padrón
CaraotaDigital – dic 3, 2015

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