Leonardo
Padrón

«Sin carisma no hay rating»

¿Un título para este calvario? ­En busca del tiempo perdido, con el permiso de Proust.

­Su libro Kilómetro cero, ¿sugiere borrón y cuenta nueva? ­Entenderlo así no es una mala opción. Seguimos buscando un país que aún nos es esquivo. Toda búsqueda merece un punto de partida nítido, sin lastres.

­¿El imposible más posible? ­El regreso de la sensatez al país.

­¿Lo definitivamente imposible para el soberano? ­Seguir equivocándose después de tanto desastre cotidiano.

­¿Volverá la novela rosa? ­Va y viene. Ella es terca y a veces se le ve trasnochada y ojerosa. Tiene sus adeptos. Y no son pocos.

­¿Irrumpirá la roja? ­En ella andamos. Está escrita con excesiva truculencia, desbordando el absurdo. Abusa del tremendismo argumental y de la mentira como recurso narrativo. Eso sí, cada vez tiene menos audiencia.

­¿Escribiría una sobre el discreto encanto de la boliburguesía? ­Con gusto. Sólo una inquietud: ¿dime qué canal se atreverá a ponerla al aire?

­¿Sufre un poeta en la TV? ­Los poetas sufren, por definición, pero la TV puede ser, a la vez, un territorio de placer, experimentación, responsabilidad y un modus arepandi.

­¿Hay divismo entre los escritores? ­Seguro. Algunos lo disimulan mejor que otros. Pero no todos ejercen ese pecado. Hay excesos más jugosos.

­¿Su cuota? ­Soy demasiado plebeyo para esas veleidades.

­¿Llevaría un cartel que diga: «¡Con mis novelas no te metas!»? ­Con mis novelas, mi papel higiénico, mi libertad de expresión, mi Twitter, mi tranquilidad, mi vocación democrática.

­¿Un espacio posible para escribir con libertad? ­Una democracia genuina.

Del resto, sólo queda la prensa escrita. Aunque siempre acechan las multas, los miedos, la autocensura.

­¿Se ha autocensurado? ­Me autorregulo tenuemente.

Ejerzo el sentido común y un tanto de gimnasia para sortear ciertos obstáculos.

­¿Será posible que sigan vendiendo al oficialismo lo que queda de medios independientes? ­Todos los días queda derrotada nuestra capacidad de asombro. La chequera petrolera es del tamaño de las verdades que necesitan callar.

­¿Le han jalado las orejas en la TV? ­Me hacen cordiales sugerencias, muy atenidas a ese alevoso fastidio llamado Ley Resorte.

­¿Y en su casa? ­Le tenemos alergia a la violencia doméstica.

­¿Consiguió la mujer perfecta? ­No existe. Es sólo una utopía y una telenovela. La que conseguí es la mujer definitiva…

Eso espero.

­Con féminas en los poderes, ¿es Venezuela el país de las mujeres? ­Este siempre será el país de las mujeres, a pesar de ciertos dislates con voz de mujer.

­Entre ser mujer y animal…

­¡Mujer! A ver si finalmente entiendo su misterio.

­¿El entrevistado verdaderamente imposible? ­El que en polvo se convirtió.

O en pajarito.

­De ser posible, ¿dos preguntas a Maduro? ­¿No te parece que Chávez te echó un vainón?… ¿Te atreverías a repetir las elecciones, por puro probar tu verdadero capital político?

­¿Un posible electoral? ­La avalancha del voto castigo ante tanto desastre económico.

­¿Un imposible económico? ­Implantar una economía socialista en una sociedad tan acostumbrada a no carecer.

­A falta de rollos, ¿buenas son tusas? ­¡Vivan las servilletas!

­¿Qué tal una novela basada en la crisis del papel toilet? ­Sería una cagada.

­¿Y una versión parlamentaria de Amores del siglo XXI? ­Pero sin micrófonos voladores ni diputados suplentes adeptos al boxeo. El Gobierno dice que no quiere violencia en la TV. Sólo en las calles y en la Asamblea Nacional.

­¿Es Maduro un personaje de ficción? ­Está escrito por un guionista amateur. Lo condena como personaje su naturaleza errática, su vacuo discurso verbal y su ausencia descomunal de carisma. Sin carisma no hay rating.

­¿Y Capriles? ­Sigue siendo una suerte de David, acompañado por una verdadera multitud. Es un líder signado por la tenacidad.

­¿Escribe por amor al arte o al capitalismo? ­Escribo porque no sé hacer más nada. Si con eso me gano la vida y cierto goce interior, perfecto.

­¿Cómo digiere a sus detractores? ­Ya me acostumbré a masticar vidrio.

­¿Un escritor revolucionario? ­César Vallejo. Revolucionó el idioma castellano.

­¿Y de esta revolución? ­Ramón Palomares. Y que sobreviva siempre la poesía sobre la política.

­¿Se considera un político, hoy? ­Para nada. Ciudadano de mi país. Me duele e importa mi cédula de identidad. Punto.

­¿Será posible el fascismo? ­El fascismo, conceptualmente, está asociado al ejercicio del poder. El resto es renovación del glosario de insultos.

­¿Una trama para la oposición? ­Los perseverantes siempre triunfan.

­¿Un desenlace para el proceso? ­Rápido, pero no furioso.

­Contra viento y marea, ¿habrá conciliación? ­Es imperativo. Nos lo exige la historia, el propio país y nuestra descendencia.

­¿La misión imposible? ­Que un personero del oficialismo renuncie a la infamia.

­¿A cuántos kilómetros está el país para comenzar de cero? ­Este país eligió un camino torcido, pero cada vez son más notorias las señales que anuncian el fin de tanta sombra.

­¿Qué pasaría en Venezuela con un cambio de elenco, sin furia? ­Una fiesta llamada prosperidad.

Ping Pong, diario El Nacional 09-06-2013
por Jolguer Rodríguez Costa
jolguerr@gmail.com

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