La soledad de las mayorías
Esperar es el verbo más usado por los pobres del mundo. La Sra. Silvia trabaja en una casa de familia en Chulavista. Para llegar a tiempo se despierta antes que el sol. Vive en el Sector Valle Alto, de Petare. Debe bajar de una montaña infecta de gente para trepar otra que cada día queda más lejos. Su excursión para llegar todos los días al trabajo es agotadora. Primero toma una camioneta hasta el barrio Mesuca, muy cerca del Metro de Palo Verde. Allí debe esperar que pasen dos o tres trenes, pues la estación está atestada de gente. A esa hora la ciudad es una procesión informe, un montón de prisa y perfume. Cuando logra montarse, viaja subterráneamente hasta Sabana Grande y ahí camina varias cuadras, esquivando gente, hasta la parada de Ciudad Banesco. Entonces, vuelta a esperar una camionetica que la trepe a lo que la nomenclatura llama colina. Ella, que viene de un cerro. Luego se enrumba por un largo paraje sin aceras hasta llegar finalmente a su sitio de trabajo. El regreso es más tortuoso. La población parece que aumentara durante el día. Por eso, no basta con desandar el camino.