Pozos de agua triste

Voy a apurar una afirmación: estamos ante el gran regreso del matiné. Las modas siempre retornan. Es parte de su naturaleza. Se vuelven olvido, nostalgia, burla y, de repente, el columpio de la historia las mece de regreso. Volvieron los disjockeys, ahora DJ´s, travestidos en estrellas pop. Volvió el disco de vinil. Reaparecieron los lentes de pasta negra. Y ahora, crisis mediante, vuelve el matiné.

De auge en los 70 y 80, un matiné era una fiesta que se realizaba en horario vespertino y le daba licencia a los adolescentes para divertirse con el amparo de la luz del día. Era el preludio a la adultez. La planilla de inscripción para entrar luego en los complejos pasillos de la noche.

La extravagancia es que los matinés de ahora son de adultos. La razón es una sola: instinto de supervivencia.