Un pasillo rodeado de nubes

Voy al canal de televisión donde he trabajado 18 años. Llevo el último capítulo de una telenovela. El final de una extensa faena. Antes era complicado conseguir puesto en el estacionamiento. Ahora, eliges dónde pararte. La gran edificación parece un pueblo abandonado. Como si una peste mortal hubiera arrasado con todo. No están los de siempre. Quedan rastros, más que rostros. En el pasillo central donde reinaban fotos de estrellas de la animación y la actuación ahora solo hay polvo, aire, demasiado espacio libre. Puedes caminar cinco minutos sin tropezarte con nadie. En una oficina, dos ejecutivos conversan sobre la partida de sus hijos al extranjero. «¿Y por qué no te vas con ellos?», le dice uno al otro, con la sensación neta de que en ese sitio ya no cabe el futuro.