En el lugar equivocado
“Mami, cuando te pregunten qué necesito, diles que barajitas para llenar el álbum”. La frase la puede haber dicho cualquier niño del planeta. Una frase habitual en julio del 2014, en pleno clímax del Mundial de Fútbol. Sólo que, esta vez, quien la dice es Marco Coello, joven venezolano de 18 años quien ya cumple cinco meses preso. ¿Su delito?: Haber participado en la marcha del 12 de febrero, día de la juventud, en protesta por los estudiantes detenidos en Los Andes. El candor de la petición, que refleja el nivel de aspiraciones de alguien que aún sigue atado a los entusiasmos lúdicos de la vida, contrasta escandalosamente con el dictamen de la juez 16 de control, Adriana López, quien ratificó los cargos impuestos por el Ministerio Público contra el joven: incendio, daños, instigación a delinquir y agavillamiento.
Marco Aurelio Coello será juzgado junto a Christian Holdack, estudiante de diseño, y a Leopoldo López, líder del partido político Voluntad Popular. Dice el dictamen, apelando a un término infrecuente, que Leopoldo fue el “determinador” de los delitos que ambos jóvenes presuntamente cometieron.