Atrapados

Se nos anda desgajando el ánimo todos los días con las noticias de la diáspora. Los amigos que se van, los vecinos en estampida, los jóvenes que queman las naves, los académicos con maestrías insignes, los profesionales de alto rango, las parejas de formación universitaria, toda esa cantidad de gente anda empuñando la garrocha de la desesperación y saltando hacia el exilio. Algunos logran caer del otro lado, otros quedan suspendidos en el aire, o aterrizan mal, se doblan el pie, se lesionan, pero caen vivos y donde querían: fuera de la pesadilla.

Discutimos en artículos, crónicas, programas de radio y foros públicos sobre esa herida en progreso que es hoy el éxodo de los venezolanos. Lo colocamos como el gran dilema de miles de hogares. Pero ese dilema, hay que decirlo, sólo lo tiene un sector de la población. Un sector apreciable pero reducido, pues para ejecutar esa operación de alto impacto que es el exilio ciertas condiciones aplican.