Calima

El cielo se cerró sobre Caracas. Nos trancó bajo llave. Un cielo de humo y ceniza que fue descendiendo hacia el asfalto de nuestros pasos. La montaña, siempre invicta, se deshizo en la niebla. El Ávila se convirtió en nostalgia aún estando presente. La ciudad entera parecía dopada. Los que no alcanzaron a salir del valle, a propósito del feriado decretado por el gobierno para toda la Semana Santa, se quedaron sumergidos bajo la viscosidad de la calima. El fenómeno se replicó a lo largo de casi todo el país. El mapa se convirtió en claustrofobia. Un manto duro, solo eso mostraban las ventanas. Marzo y abril convertidos en neblina.
Parece un estado de ánimo.