El momento crucial

Lo llaman interior. Provincia. Con desdén y arrogancia le dicen monte y culebra. Todo aquello que no es Caracas. Todo lo que no tiene tono de gran metrópolis, sede del poder central, tráfago de seis millones de personas. Son dos países. Uno donde triunfan el hacinamiento, el caos, la efervescencia cultural y las oportunidades. Otro donde se imponen los grandes espacios abiertos, lo desasistido, el hilo de las tradiciones, lo entrañable y lo ruinoso. Cuando se habló de desabastecimiento crónico, ya el interior tenía meses sufriéndolo. El hambre abrió su boca primero en ese lugar que también llaman la Venezuela profunda. Los racionamientos eléctricos han tenido su gran sala de ensayo en comarcas muy lejanas a Catia, Chacaíto o Petare y hoy se asume oficialmente la distinción entre la capital y el interior. La sed nacional tuvo sus síntomas iniciales en Margarita, en Falcón, en Puerto Píritu. Dos países, una misma tragedia.