La calle habla

Nada como el idioma de la calle. Todos los días habla, comenta la penuria o los pequeños triunfos, derrama anécdotas, elabora su propia gramática sobre el país. Para comprobar la escasez, escribe la prosa larga y humillante de las colas. Para ratificar la inseguridad, exhibe en la noche sus páginas vacías de gente. Para decir tengo hambre, garrapatea saqueos de camiones y negocios, pancartas de protesta, gritos de hartazgo. Hoy la calle parece pronunciar, a una sola voz, su urgencia más trascendente: cambiar. Esta sintaxis del caos y la violencia, esta ortografía corrupta, esta narrativa oscura debe concluir. Debemos cambiar el orden de las cosas. De la vida, en general. Y entonces hoy la calle, desde el lunes 20 de junio, está hablando de una forma extraordinariamente nítida. La calle está llena de ciudadanos validando su firma para revocar al presidente más mediocre de la historia contemporánea de Venezuela.