La difícil voz

La paradoja es la dueña del país. La tierra de gracia: inventario de desgracias. Las rutinas: episodios en vías de extinción. Venezuela es noticia en el mundo porque se ha convertido en un país raro y doloroso. En todas las esquinas se habla de crisis humanitaria mientras el gobierno empuña un discurso que poexcluye la realidad. Nicolás Maduro pregona el diálogo con la gramática del insulto. Alardea del arranque de los 15 motores productivos y solo se escucha la turbina de la escasez. Es justamente en este momento histórico -en el que nos sentimos irreconocibles-que cobra mayor sentido el rol del periodismo ante el ser colectivo.
Hemos visto cómo la celebración del día del periodista tuvo más aire de quejumbre que de fiesta. Obvio. No hay mucho que celebrar en un país donde el periodista es visto por el poder como un enemigo mortal. En rigor, el periodista siempre ha sido una espina incómoda para los gobernantes de turno. Un mal necesario, dirán algunos. Ha sido así siempre: mientras el poder fabrica espejismos, el periodista suele derribarlos. Todo buen periodista es, por definición, un antídoto contra la mentira.