El remolino Tibisay

Las palabras que Tibisay Lucena dirigió al país el día martes 8 de agosto tuvieron el efecto de un remolino: las aguas quedaron seriamente revueltas. Sobre el país se observan, desperdigados, leños de desesperanza y furia, algunos estribillos de “yo se los dije” y otros de victoria oficialista. La conclusión es que el país amaneció gravemente lesionado el día siguiente. La rectora Tibisay Lucena quedará inscrita en el imaginario de los venezolanos como una de las mayores villanas de esta historia. Quizás fue un rol que no eligió, pero su desempeño ha sido tan eficiente que han prolongado ad infinitum su permanencia en el elenco. Se ha comportado como una actriz de reparto que cuando le toca interpretar sus escenas claves derrocha todo su potencial y entonces se roba el show, adquiere visos protagónicos, y buena parte del país reconduce su encono hacia ella. Tibisay, por instantes, logra que nos olvidemos de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, protagonistas incuestionables de esta saga sobre la sordidez del poder.