1S: La toma de conciencia
Creo que solo hay una manera de asumir en términos ciudadanos los objetivos del 1 de septiembre: La Toma de Caracas debe convertirse en el mayor evento simbólico de la democracia venezolana. Sería un error asumir ese día con las apetencias terminales del 11 de abril del 2002. Sería garrafal pensar que ese día cae el gobierno, renuncia Maduro, Tibisay fijará la fecha del revocatorio para el próximo lunes o cualquier estridencia ausente de sentido común. De igual forma, y para que el simbolismo tenga ese carácter totalizador, lo que ocurra el próximo jueves debe involucrar a todos los habitantes de este país que, hoy por hoy, se sienten maltratados en su dignidad humana, humillados, disminuidos, agredidos, hartos, inseguros y abrumados. Debe ser un evento que trascienda la comarca política, que vaya más allá de la MUD, que abarque a toda la sociedad civil, incluso, a la sociedad militar que no está de acuerdo con el autoritarismo incompetente y corrupto que gobierna al país.