El delito de ser demócrata

Ya no se necesita cometer un crimen en Venezuela para ir a la cárcel. Le puede pasar a cualquiera. Sobre todo a cualquier desprevenido que crea que estamos en una democracia. A cualquiera que sucumba a la escandalosa idea de decir lo que piensa, o a la ignominia de trabajar en una empresa privada, o a la indecencia de reclamar vida para la letra muerta de la constitución. Sonará exagerado. Se dirá que todavía puedo escribir textos de este talante sin que nadie me arroje a un calabozo. Quizás. ¿Pero por cuánto tiempo?