Río crecido

La “Toma de Venezuela” fue un éxito. Los escépticos, que eran muchos, no daban crédito a sus ojos. En Caracas, la autopista se convirtió en una apoteosis de gente. Mientras bajábamos por la Avenida Luis Roche de Altamira siguiendo la desembocadura de su cauce se iba engrosando el rumor de la multitud hasta llegar a una imagen jubilosa: cientos de miles de personas tapizaban el asfalto de la ciudad. La imagen no dejaba de crecer. La muchedumbre se fue haciendo cada vez más compacta. La instrucción era concentrarnos a la altura de la Carlota. Pero después nadie más sabía qué iba a pasar. No se sabía quién hablaría ni en qué orden. Todo el mundo estaba expectante mientras las consignas contra el régimen de Maduro surgían espontáneamente. En la atmósfera había un aire a momento histórico, a día crucial. La señal de los celulares colapsaba y no sabíamos muy bien qué estaba pasando en el resto del país.