El último chance de Nicolás Maduro
La temperatura se eleva exponencialmente en Venezuela. Los acontecimientos están a punto de desbocarse. La onda expansiva de las protestas comienza a alcanzar las zonas populares. Los videos no dejan mentir a nadie. De Petare a La Vega, de Ruiz Pineda a Quinta Crespo, de San Juan a Cabudare en Lara, de Los Teques a Tovar en Mérida. Ya a Maduro le resulta imposible dormir como un bebé. En todo caso, dormirá como un bebé con cólicos, fiebre y susto. Sobre todo después de lo ocurrido en San Félix, en el remoto sur del país. Aunque, en rigor, en ese caótico final de cadena se mezclaron los dos países: el que ya se ha acostumbrado a recibir migajas y se acerca al presidente con pedimentos y ruegos, y el que ya harto de tanta humillación lo repudia y lo manifiesta sin reserva alguna. Al presidente se le fue el país de las manos. Es como una represa cuarteándose bajo la fuerza exasperada del agua. Las alarmas no dejan de gritar.