Adios, Doña Bárbara
Cada día es más rocambolesco que el otro. Cada noticia supera a la anterior. Vivimos en sobredosis de acontecimientos. El guionista de la realidad nacional no para. Y su imaginación posee el hambre de superarse a sí misma. Pero como estamos en una extraña guerra, ya sospechamos hasta de las intenciones que trae el amanecer. Sale el sol, le coloca un azul incalculable al cielo, amarra el verde del Ávila y lo primero que tendemos a pensar es que quizás es una estrategia del G2 cubano para que creamos que es un día normal, bajemos la guardia y hablemos de lo hermosa y definitiva que es Caracas. Otro “pote de humo” para disimular el infierno que realmente somos. Así pasó cuando la fiscal general Luisa Ortega Díaz denunció en voz alta la ruptura del orden constitucional. Casi nadie le creyó. Las apuestas mayores aseguraban que era un plan arteramente diseñado en las catacumbas del cerebro cubano que, según consenso general, maneja los vaivenes de la realidad nacional. Hoy, a tantos días de su primer desmarque significativo, y luego de una felpa incesante por parte de sus antiguos compañeros de insignia, ya nadie duda de sus verdaderas intenciones.