El país que comenzó un domingo
Hoy, en el siglo XXI, la verdad siempre tiene una cámara que la grabe. Por eso resulta poco menos que risible ver a Nicolás Maduro diciendo que la consulta popular realizada por los venezolanos el pasado 16 de julio de 2017 apenas alcanzó 600 mil votos. Da risa, pero –seamos sinceros- también es un insulto. No se puede ser tan ciego o tan cínico. Como bien le respondieron a través de las redes, sí, conseguimos 600 mil votos, pero solo en el exterior. Los otros 7 millones de votos fueron en el propio patio de la revolución: en Venezuela. Ni vale la pena ocuparse de las declaraciones de otros dirigentes del chavismo encargados –penosa tarea- de minimizar la gigantesca rebelión civil que ocurrió ese domingo. Una millonaria manifestación de repudio al régimen de Nicolás Maduro que fue ejercida, demostrada y grabada en todo el planeta. Millonaria en votos, se entiende. Desde pueblos remotos e impronunciables en Canadá o Italia, entonando cánticos en el metro de Santiago de Chile, reconociéndose unos a otros en las calles de Honduras, Zurich y Nueva York, en la puerta del Sol en Madrid, un poco más allá en Tenerife, hondo y lejos en Australia o anticipando los relojes en Dubai.