Fin de año
Todo fin de año amerita un inventario de lo vivido. Un balance de lo hecho y lo no logrado. Una cuenta de lo ganado y lo perdido. Cuando cada venezolano haga ese inventario a propósito de lo que ha significado para su vida el año 2017 quedará devastado. Es, sin duda, un año de pérdidas. No hay venezolano de bien que no haya sido despojado de algo. De su propia vida. De la vida de un familiar o amigo. De su hogar o su libertad. De su salud. De la prosperidad de su empresa o negocio. De su capacidad adquisitiva. De su fe en la política. De su autoestima. Y hasta de su dignidad. Todos hemos perdido algo o muchas cosas a la vez. Por eso ha sido un año luctuoso. 2017 ha significado para nosotros el menoscabo de la vida. La merma absoluta de nuestra vocación para la sonrisa. Un año donde el país ha sufrido todo tipo de heridas: el hambre, la enfermedad, la violencia, la cárcel, el exilio o la muerte. Estamos abrumados por un presente vuelto estropajo. Aterrados por lo que el horizonte asoma.