Como si fuéramos otros
Uno quisiera amanecer el 2018 escribiendo sobre temas distintos. Quizás un poco más serenos y luminosos. No sobre nuestras ya largas espinas en la cotidianidad de ser venezolano. Uno quisiera quizás escribir sobre libros, música y otros fulgores. Comentar –por ejemplo- “Pureza”, el más reciente libro de Jonathan Franzen, ese gran novelista norteamericano, y dejar caer en esta ventana, por puro placer estético, líneas como “La belleza de Annagret era tan asombrosa, tan ajena a la norma, que parecía una ofensa directa a la República del Mal Gusto”. Uno quisiera leer eso y no hacer asociaciones inmediatas. ¿Acaso no nos hemos convertido en la República del Mal Gusto? ¿No es de mal gusto tanta ineficiencia y corrupción? ¿Tanta hambre y miseria? ¿Tanta cursilería patriotera? ¿Tanto rojo en la ropa? ¿Tanta pomposidad en los nombres de los ministerios? Por ejemplo, ¿cómo procesar que hay un organismo que se llama “Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno”?