Calle ciega
Henos aquí: en la última calle de nuestra actual coyuntura histórica. Y resulta escalofriante descubrir que es una calle ciega. Pareciéramos atrapados en una emboscada perfecta. Si aceptamos ir a las elecciones presidenciales en estas absurdas condiciones, la victoria de Maduro está garantizada. Obviamente, no por su popularidad, que es bastante precaria, sino por las muchas tretas ya aceitadas y al acecho y por el sistemático desmantelamiento de la creencia del venezolano en la institución del voto. Y si decidimos ignorar la convocatoria, salirnos de esa calle, no asistir a la refriega electoral, el régimen replicará el diseño del 30 de julio del 2017, donde fue a votar en solitario para instaurar el monumental fraude de la ANC. E incluso así, jugando solo en el tablero, se vio obligado a mentir descaradamente, pues el número de votantes en los centros electorales era tan escaso que a ellos mismos les daba vergüenza.