El derrumbe

No hay ojos para tanta mala noticia. No hay espacio. El disco duro del venezolano ha colapsado. No hay rendija para depositar otra calamidad, por más pequeña que sea. Buscamos similitudes históricas para atenuar el espanto. Para sentir que tanto estropicio tiene algún viso de normalidad en el discurso de la especie humana. Se acabó la tierra de gracia. Bienvenidos al infierno.

Estamos agotados de hablar de nuestra tragedia. Pero como toda tragedia, no hay escapatoria. Cambiar de tema no cancela el horror. Apenas lo posterga. Lo arrima a un lado. Pero lo vemos de soslayo. Lo sentimos. Como un monstruo sentado sobre el corazón. Nos estamos acostumbrando a esta tristeza. Se ha convertido en el clima nacional. Un ejército de zombis arroja paladas de pesimismo sobre nosotros. Prohibido soñar.