“La imaginación no tiene fecha de vencimiento”

Se crió en El Paraíso, en tiempos que hacían justicia al nombre de la urbanización caraqueña. Sus primeras lecturas fueron comics que luego intercambiaba en el kiosko de periódicos por números más recientes.

Luego se paseó por los clásicos de la literatura juvenil, pero fue “Cien años de Soledad” y la “Úrsula Iguarán”, que ataviada de negro dominaba la portada, el libro que encendió los fuegos artificiales en las pupilas del joven “Frank Zappa”, como lo llamaban sus amigos de entonces.