Leonardo Padrón llega a Netflix con una historia en clave de thriller

Aquilino José Mata/ elestimulo.com
20 de abril, 2022 11:21 am

Afortunado se considera Leonardo Padrón al describir el desarrollo de su carrera como escritor de historias para la televisión desde su salida al exilio en 2018. Para Univisión y Televisa ya ha creado “Amar a muerte”, “Rubí, la serie” y “Si nos dejan”, logrando con ellas el primer lugar de audiencia tanto en Estados Unidos como en México. Actualmente termina de escribir “La mujer del diablo”, una serie de su autoría que marcará el lanzamiento mundial de VIX, el nuevo streaming que surge de la alianza entre Televisa y Univisión.

Pero entre todas ellas figura muy destacadamente la noticia que hoy nos ocupa: su estreno como escritor en Netflix, donde a partir del próximo miércoles 20 de abril comenzará a emitirse su serie “Pálpito”, que califica como “una historia de amor en clave de thriller signada por la fatalidad”.

En entrevista para El Estímulo habló de este nuevo desafío en el gigante del streaming, la plataforma de exhibición de contenidos televisivos más poderosa del mundo. Todo un reto creativo que afronta con entusiasmo, pues podría significarle un interesante y promisorio golpe de timón a su trabajo de cara al futuro, si su debut en esta plataforma resulta tan afortunado como su recorrido profesional en la TV internacional desde su salida al exilio.

Una historia por contar

—¿Cuándo recibiste la llamada de Netflix para encargarte esta serie?

—Fue una llamada imprevista, inesperada. No había ninguna señal en el horizonte que me acercara a la sospecha de que podía recibirla. Y, de repente, hace ya dos años, mientras almorzaba en un restaurante en Miami, recibí la llamada donde me manifestaron el interés de tener una historia original mía en su plataforma. Cuadramos una reunión presencial y allí se forjó el compromiso de enviarles una sinopsis en el lapso de mes y medio.  Pero no bastaba con el deseo mutuo. El siguiente paso era urdir una historia que los entusiasmara. Y, felizmente, ocurrió. Y aquí estamos, en cuenta regresiva hacia el estreno de “Pálpito” este próximo 20 de abril.

—En la promoción de Netflix se destaca que la trama  gira en torno a “un hombre empeñado en vengarse de la organización de tráfico de órganos que asesinó a su esposa y se involucra por casualidad con la mujer que recibió su corazón”. ¿Es el tráfico de órganos el tema principal o el punto de partida para plantear otros asuntos de actualidad?

—El tráfico de órganos, tema del que muy poco se habla, es -en rigor- la arena dramática que elegí para desarrollar esta historia de amor en clave de thriller signada por la fatalidad. Un detonante para sumergirme en circunstancias que ponen a prueba el talante moral de los seres humanos, la dimensión épica del amor y las acuciantes encrucijadas que el destino puede tendernos para comprobar cuánto somos capaces de hacer por los nuestros.  ¿Serías capaz de convertirte en un asesino para salvar al amor de tu vida?

A su vez, la trama me sirve para explorar la poderosa carga simbólica que le otorgamos al corazón, padre de todas las metáforas sobre el amor. A ese músculo, que se encarga de bombear la sangre a nuestro cuerpo, le hemos adjudicado la responsabilidad de ser la casa de todas nuestras emociones. Entonces, me sedujo la idea de especular sobre una tesis tan apasionante como improbable: ¿Cuándo una persona recibe un corazón de un donante, recibe también todo el historial de sus sentimientos? ¿Cuáles son los riesgos que corre el receptor de un órgano cuando se obsesiona con descubrir quién es el dueño del nuevo corazón que posee en su pecho? Por supuesto, todo esto está dimensionado con los aliños indispensables de la ficción.

Libertad temática y sin censura

¿Abordarás colateralmente otros géneros?

—“Pálpito” es una amalgama de géneros. Hay una historia de amor, un crimen, un duelo, un deseo de venganza, un obstáculo supremo, una investigación en marcha, un hilo de tensión narrativa que envuelve a todos los personajes, una exploración sobre cómo nos relacionamos con nuestros muertos, una caja de resonancia metafísica en la historia, en fin…

—¿Cuál es tu principal desafío como escritor al trabajar para Netflix?

—Cuando Netflix te informa que tu historia se va a estrenar simultáneamente en 192 países, será subtitulada a más de 30 idiomas y doblada a más de 5, te entra una suerte de miedo escénico monumental. Es decir, entiendes la magnitud de la responsabilidad que tienes como escritor al recibir una vitrina como Netflix, con más de 250 millones de suscriptores. El principal desafío entonces es descubrir cuán universal será tu historia. Si será capaz de atrapar a tan distintas audiencias. Y el otro gran desafío es estilístico: haber logrado construir la historia con el código narrativo inherente a las series.

—¿Ventajas y desventajas con relación a tu labor como escritor de dramáticos para TV que has realizado hasta ahora?

—Ventajas, todas. Netflix es el gigante del streaming, no hay plataforma de exhibición de contenidos televisivos más poderosa que esa. A la vez, como escritor, tienes absoluta libertad temática, no existe la censura clásica de la TV abierta, tus personajes pueden hablar con la jerga natural de la calle, pueden tener sexo sin pudor, en definitiva, pueden ser más orgánicos. Aquí he tenido, además, el privilegio de involucrarme como productor ejecutivo en todas las facetas del proceso Y, por otro lado, los tiempos de elaboración de los guiones son menos precipitados, existe un mayor tiempo de cocción de los libretos, lo que debería redundar en la calidad de estos. Con respecto a las desventajas, todavía estoy por descubrirlas.

 

Afiche promocional de «Pálpito». Foto cortesía: Netflix

Autopista creativa corta y vertiginosa

¿Te gustaría quedarte escribiendo series para el formato streaming y aparcar tu trabajo en telenovelas?

—Sin duda. La escritura de telenovelas, si bien la disfruto mucho, no deja de ser muy desgastante, por la cantidad de tiempo que te exige. Las historias de largo aliento te dejan literalmente sin aliento al final de la travesía. En las series hay una exigencia creativa muy interesante, al tener una autopista más corta y vertiginosa para desarrollar tu historia.

—¿De cuántos capítulos consta “Pálpito”?

—Son 14 capítulos, de tiempo variable cada uno. Algunos duran 40 minutos, 35, 38, 44, en fin. Esa es otra ventaja del streaming. No existe la rigidez de los tiempos que tiene la TV lineal. Al no tener comerciales, cada capítulo dura lo que debe durar, lo que te pide la historia.

—¿Tendrá final abierto para una posible segunda temporada?

—Es parte del desafío narrativo. Concluir la historia sin que el público sienta que finalizó del todo.  Dejando siempre la posibilidad de que una vuelta de tuerca nos arroje al ruedo de nuevo a los personajes sumergiéndose en sus conflictos centrales, pero también en nuevos conflictos. Si ocurre una segunda temporada, lo decidirá el público con su aceptación o no.

A Leonardo Padrón le gustaría quedarse escribiendo series para el formato streaming

Colombia como escenario

—¿Tuviste injerencia en la escogencia del elenco, donde predominan actores colombianos?

—Sí, tuve injerencia, junto con el equipo de producción y dirección. Es otro de los predicamentos de Netflix. Hacer que el escritor participe de todas las decisiones en juego. Hay predominancia de actores colombianos porque la serie se grabó allá, y es lo natural, por razones logísticas y de presupuesto. Los actores que participan en “Pálpito” -que, por cierto, son estupendos- fueron elegidos en decisiones consensuadas luego de ver infinitos castings.

—¿Por qué se decidió grabar “Pálpito” en Colombia?

—Netflix tiene tres grandes centros de producción dramática en Latinoamérica: México, Colombia y Argentina. Tocó hacerla en Colombia por razones inherentes a la propia dinámica de Netflix. La responsabilidad recayó en CMO Producciones, que tiene una muy buena reputación y largo historial de producciones en ese país, bajo la tutela de Clara María Ochoa y Ana Piñeres, y con la dirección de Camilo Vega. Pero ¿sabes algo?, te aseguro que si Venezuela no fuera actualmente lo que es -gracias a un régimen político que, entre tantas cosas, destruyó una de las industrias televisivas más sólidas del continente- sería uno de los grandes centros de producción de Netflix en Latinoamérica. Fuimos una referencia muy importante en la industria televisiva y hoy, literalmente, desaparecimos del mapa.

“Estoy feliz con la calidad actoral”

—¿Qué puedes decirnos de los actores que estelarizan la serie?

—Yo estoy feliz con la calidad actoral de la serie.  Te hablo, de entrada, del triángulo protagónico. Michel Brown, actor argentino, ya era un disparo al suelo. Lo tuve como protagonista en “Amar a muerte” y es un actor extraordinario, con mucha capacidad para manejar las emociones y conmover al espectador. Ana Lucía Domínguez, colombiana, además de hermosa, es una actriz sensacional, muy comprometida. Su personaje, Camila, entraña muchas exigencias actorales, y logró bordar un personaje de gran empatía y complejidad dramática. Sebastián Martínez, que es una figura muy querida en Colombia, ha sido para mí una revelación. ¡Qué maravilla de actor! Hizo un trabajo impecable, sin fisuras. Ya lo verán.

Margarita Parra, que es esposa de Michel Brown en la ficción y en la vida real, hizo un trabajo precioso. A su vez, los protagonistas juveniles, Valeria Emiliani y Julián Cerati (argentino), lograron un desempeño actoral magnífico. Sería imperdonable no mencionar a la gran actriz cubana Jacqueline Arenal y a Juan Fernando Sánchez, que tejió un personaje estupendo.  Y, te lo juro, nada de lo que aquí te digo son saludos a la bandera. Estoy genuinamente feliz con el elenco.

 Un exilio productivo

—¿De alguna manera tocarás el tema político en esta historia?

—¿Cómo no sucumbir a la tentación? Uno de los personajes protagónicos, Zacarías Cienfuegos, trabaja como estratega político. A través de él diseñé una subtrama donde me permití hacer algunos guiños sobre ciertas realidades latinoamericanas, y de alguna manera, sobre Venezuela. Zacarías tiene la misión de llevar al poder a un político -un advenedizo, un mediocre, un deslenguado- que aspira ser presidente de su país. Asomo allí algunos rasgos sobre el peso del populismo en el imaginario latinoamericano, y cómo puede ser tan fácil que un impresentable, sin mérito alguno, termine conquistando el poder.

—¿Qué resumen, a grandes rasgos, puedes hacer de tu trabajo como escritor desde que saliste exiliado de Venezuela en 2018 hasta hoy? ¿Cómo evalúas las telenovelas que has hecho para Univisión-Televisa en términos de crítica y audiencia, hasta llegar a esta experiencia en Netflix?

—Creo que he sido muy afortunado con el desempeño de mi carrera en el exilio. Para Univisión y Televisa -trabajando de la mano de W Studios- he escrito ya tres historias (“Amar a muerte”, “Rubí, la serie” y “Si nos dejan”), adaptaciones de tres clásicos, logrando el primer lugar de audiencia tanto en Estados Unidos como en México.  Con “Amar a Muerte” nos ganamos 14 premios en México, “Rubí” llegó a ser la serie más vista en Globoplay, el streaming de Brasil, y “Si nos dejan” ya comenzó a recorrer el mundo. Actualmente estoy terminando de escribir “La mujer del diablo”, una serie original mía, que ha sido elegida para acompañar el lanzamiento mundial de VIX, el nuevo streaming que surge de la alianza entre Televisa y Univisión. Y, por supuesto, mi estreno como escritor en Netflix.

“Extraño ferozmente a Caracas”

—¿Bajo qué criterios sueles escoger los temas de tus historias?

—No siempre puedes elegir las historias, hay historias que te eligen a ti, o ejecutivos de televisión que te eligen para ciertas historias. Pero, sin duda, tengo cierta predilección por esas historias donde los personajes son sometidos a decisiones extremas, y donde la condición humana se pone a prueba en toda su complejidad. Me interesa, por supuesto, sumergirme en el contexto histórico y social que rodea a los personajes, es un telón de fondo muy significativo en el devenir cotidiano de la gente. Me gusta que la calle respire en mis historias.

—¿Qué te hace falta de Venezuela?

—En una crónica hablé de Venezuela como “La casa grande”. Entonces, ¿cómo no extrañar tu casa? Ese es el domicilio de mis afectos, el epicentro de mi historia, el sitio que me otorgó un sentido de pertenencia con el mundo. Venezuela es también una temperatura del espíritu, una forma de ser, un clima y un sonido.  Allí están mis referentes fundamentales, mi geografía más íntima, mis mejores recuerdos.

Extraño ferozmente a Caracas. Extraño mi biblioteca, mi ventana preferida (donde cabe el Ávila entero), mis rituales cotidianos, mis librerías de siempre, la euforia de sus antiguas noches, su efervescencia cultural. La lista es inacabable. Por supuesto, tengo clarísimo que ya hay muchas cosas que sencillamente no existen ni para el que está afuera, ni para el que está adentro. En definitiva, extraño todo lo que destila esa palabra tan entrañable y decisiva en mi vida, Venezuela.