Lírica
La maniobra siempre se ha creído distinta.
Las páginas blancas no se llenan de poemas.
No se trata de sacudir los dedos y que entonces
aparezcan estrellas, estepas, estíos.
No es que uno se sienta y de los ojos caen
misterios, arrullos, otoños.
Nadie salpica de poema una página blanca.
Ellos siempre han estado ahí, como animales tibios
detrás de la nieve.
El rigor reside en rasgar la página
limar en lo blanco
excavar en ciertas zonas.
De acuerdo al sitio elegido, así el poema.
A diez cemtimetros de los bordes, por ejemplo,
siempre se encuentran
advervios de bronce
ideales para la fatiga del amor.
Si insitimos en el centro
yacimientos enteros
del verbo morir.
A un costado de la página
ráfagas, relámpagos, relentes.
Todo depende de donde hurguemos
con afán y vigilia.
Pero es sabido y contrario a la leyenda:
En una página en blanco
al fondo, adentro,
están todos los poemas del mundo.