Leonardo
Padrón

La orilla encendida

Somos de aquel texto en la pared

y de las grietas que lo alumbran

somos a través del humo del agua

y de las risas de una lámpara oscura

somos en la senectud más pura

de la calle sin asientos

del polvo en el saludo

somos

y somos

de la miserable sombra  y de la mujer

de la silueta de montaña

somos

Recorro seis puntos para el recuerdo

y un cirujano me canta boleros desganados por la vida

y me cose la frente con esta pena

de esperar a una mujer en el reflejo del día

y comprender;

sólo porque soy su parroquia

algo tan querido

que el agente Santander tiene manos para mi sangre

y me voltea la cabeza lejos de la sed

porque al hombre aplastado le quitan las piernas

y yo sentado

con mis piernas sentadas

recordando lo que no hice

porque al podrido Pantoja le golpean  en un cuarto

donde él corre y yo me detengo

donde quieren que yo también lo golpee

con el olor crematorio de los pasos

que me consuela y me duele

porque yo mismo me arrojé en las vueltas de la noche

porque no importa que me olvides y todo lo reinventes

porque ya yo tengo este recuerdo cosido

y no me sangra más la frente

Estos días fuera de tu cuerpo

estoy cambiando de ropa

recordándote sin rostro

 

pero hago desastres por encontrarte

 

recorro tu frase húmeda

con los dedos reúno tu lugar

tus velas

que comienzan el amanecer

 

y te desnudo imposiblemente

estos días fuera de tu cuerpo.

Tengo un vidrio en la garganta

nadie lo cree

 

pero si digo

estoy anclado roto en los ojos

sudando hacia tu agua

es literariamente verosímil

 

yo no tengo problemas

en ser elusivo

mentiroso con gracia

 

lo que me importa

 

más allá de las palabras

del misterio y la elegancia

 

es que tengo un vidrio en la garganta

nadie lo cree.

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