El escritor venezolano, quien ha cosechado un nuevo éxito en Netflix, habló del impacto que ha provocado su serie estrenada hace algunas semanas
Hace casi un mes se estrenó Accidente, una serie mexicana que rápidamente se convirtió en uno de los títulos más vistos en Netflix, no solo en México, sino en todo el mundo. El genio detrás de esta cautivante historia es Leonardo Padrón, un talentoso escritor venezolano que se había anotado otro importante éxito. En entrevista con HOLA! AMÉRICAS, el guionista habló sobre el recibimiento que ha obtenido, las claves de triunfo y los retos a los que se enfrenta como creador de historias.
«Todo el tiempo, lo imprevisible, está acechándonos todo el tiempo. Eso no significa que uno tiene que vivir en paranoia constante, sino entender que la vida es así, es parte del libreto de la vida», -Leonardo Padrón-
“Creo que ha sido el mayor éxito de mi carrera profesional, y tengo más de 35 años escribiendo historias para televisión, aparte de mi carrera literaria”, confesó Leonardo al hablar de esta serie protagonizada por Ana Claudia Talancón, Sebastián Martínez, Alberto Guerra, Eréndira Ibarra y Shaní Lozano. La historia parte de un trágico accidente que golpea profundamente a varias familias, y saca a flote sus lados más oscuros y reafirma la idea de que “la vida puede cambiar en un instante”.
“Uno se puede sorprender a sí mismo, de que uno puede, de alguna manera, ratificar que cuando pones los ingredientes necesarios en el cóctel, el saldo siempre va a ser gratificante”, comentó el guionista, quien en 2022 triunfó con Pálpito, alcanzando el primer lugar de audiencia en más de 80 países. “Hay una suma de elementos: la producción, la dirección, el elenco, por supuesto, el trabajo que hace Netflix, el haberla doblado más de 10 idiomas y subtitulado a más de 30”, expresó sobre Accidente. “La verdad que estamos muy contentos”.
Q: ¿Cómo te sientes ante el éxito que está obteniendo a ‘Accidente’, tanto dentro como fuera de México?
A: Es una mezcla de alegría con complejidad, porque es que ya había pasado con Pálpito, y como había pasado con Pálpito, yo no pensé que volvería a pasar, porque estadísticamente era improbable, porque Pálpito también fue un éxito a nivel mundial. Y con Accidente, incluso ha superado los números de Pálpito. En la primera semana alcanzó a estar en el top 10 de 86 países. Imagínate, en los países árabes, en África, en Europa, en Oceanía, en los sitios más remotos, por supuesto, en América Latina… En Estados Unidos llegó a estar en el puesto número dos del top 10, lo que la verdad es una hazaña para nosotros los latinoamericanos, colocar una historia nuestra en un lugar donde suelen autoconsumir su propio contenido. Este producto terminó dándole la vuelta al mundo de una manera extraordinaria. Entonces, estamos todos muy felices.
Q: ‘Accidente’ y ‘Pálpito’ son historias muy distintas, pero ¿tienen algo en común? ¿Cuál consideras que sea la clave detrás del éxito que comparten?
A: Creo que en ambos casos apelé, conscientemente, a urdir una trama donde los personajes terminaban emboscados por situaciones extremas, situaciones límites que ponían a prueba sus códigos morales. Entonces, cuando tú pones a los personajes a debatir el tener que infringir sus propios códigos de vida en función de resolver lo que dramáticamente está ocurriendo, eso siempre genera en la gente una identificación, porque la gente juega a ponerse en los zapatos del personaje. O sea, ‘¿qué hubiera hecho yo si estuviera viviendo lo mismo que está viviendo el personaje?’. En Accidente, de repente viven una tragedia que no tiene nombre, que sobrepasa su capacidad de resistencia y que les revuelve las aguas morales, y les revuelve lo peor que tiene el ser humano, lo peor y lo mejor. Entonces, los personajes empiezan a enfrentarse y a descubrir cuán cobardes pueden ser o cuán valientes, cuánta capacidad de perdón tienen, cuánta capacidad de rabia, entran en conflicto con su fe, entran en conflicto con Dios.
Q: En la historia se tocan algunos temas especialmente importantes en la cultura mexicana y en general toda Latinoamérica, que es la familia y la paternidad. Por otro lado, también se aborda la religión y los milagros, que son aspectos con los que la gente se puede identificar…
A: Totalmente de acuerdo, y eso fue absolutamente a conciencia. Yo quise, digamos, explorar todo lo que ocurre en la psique colectiva latinoamericana, que siempre ha sido proclive al pensamiento mágico-religioso, a explicar ciertos eventos en función de ese pensamiento. Y es cuando codificas lo ocurre con el concepto de que esto es un milagro. Y bueno, en un país, además, tan devoto, tan guadalupano, tan devoto de la Virgen, yo sentía que ese era un gatillo muy importante para generar empatía con la audiencia.
Q: El inicio y el incidente del que parte la trama podría considerarse hasta cierto punto como arriesgado, pues es una tragedia en la que las víctimas son menores. La gente pudo haber ‘huido’ ante lo fuerte de este hecho, pero fue todo lo contrario…
A: Es que la ironía que yo, buscando colocar a mis personas en una situación extrema, me coloqué a mí mismo como autor, como creador, en una situación extrema, en una situación límite. Yo estaba aterrado en la víspera del estreno, porque yo pensé exactamente lo que tú estás diciendo. La gente puede rechazar el argumento porque le considera como muy fuerte, como que: ‘Mejor no me meto en esta hondura dramática’. Pero fíjate, pasó lo contrario. Porque claro, ojo, tampoco es que yo me regodeo en el dolor, sino que también la historia, que yo lo califico como un drama en clave de thriller. Palpito era una historia de amor en clave de thriller, pero aquí es un drama familiar. Y la historia rápidamente desembocan en las arenas del thriller. Entonces, se genera en el público una cantidad de interrogantes: ‘¿Quién fue responsable?’. Y empiezan puntos de giro uno tras que creo que también ahí en el diseño de la historia hay también mucho de lo que ocurrió, que la gente la vio en maratón.
Q: ¿De dónde surge la idea de que la tragedia, que es el punto de partida de la historia, sea un accidente con un inflable? ¿Por qué un inflable?
A: Justamente para no recurrir a los lugares comunes. Uno como escritor, además, tiene la responsabilidad consigo mismo de que cuando urdes una historia no llover sobre mojado. Es decir, no apelar a lo más fácil. Hubiera sido muy fácil apelar a la idea de un transporte escolar donde van los niños y entonces el autobús se cae por un abismo, un precipicio, etcétera. A mí me gustó, buscando opciones, cuando vi este accidente, que mucha gente al principio cree que es un invento absolutamente desorbitado de mi imaginación, pues no, eso sucede con una frecuencia francamente inquietante. Y yo dije: ‘Bueno, aquí hay una cosa distinta que llama la atención de golpe por su espectacularidad y por su vistosidad’. Porque además es la paradoja de algo que es puros colores, porque los globos, el inflable, los brincolines, siempre tienen muchos colores, son los colores de la infancia, los colores de la niñez. Y mezclar eso con el golpe de la tragedia. Eso me pareció una mezcla en términos argumentales muy poderosa.
Q: ¿Cómo te sientes ante el hecho de que, tal vez sin esperarlo, esta serie haya creado conciencia sobre este tipo de accidentes? De hecho, uno de los comentarios más recurrentes en redes sociales, es ‘miedo desbloqueado’
A: Bueno, ha sido una frase casi que viral, en función de la serie. Hay gente muy hábil que tiene compañías de brincolines que dicen: ‘¿Ya vieron Accidente? Pues sí, eso ocurre, pero con nosotros no le va a ocurrir, porque nosotros garantizamos la seguridad de sus hijos’ y empiezan a comercializar su compañía en función de la misma serie. Casualmente, como a los cinco días de estrenarse la serie, se hizo viral una noticia en Estados Unidos de un accidente en una fiesta donde hubo un brincolín que se lo llevó al viento, hubo una lluvia enorme. O sea, allí no ocurrió nada trágico, pero la gente se dio cuenta: ‘Oye, es verdad, mira, como en Accidente’. Y se hizo como también viral y todo el mundo lo asoció con la serie. O sea, terminó dándole la verosimilitud que tenía de antemano. Lo que pasa es que no es algo que la gente sabe que ocurre.
«Tienes que emocionar a la gente, tienes que conmoverla, tienes que moverla emocionalmente y para hacerlo no puedes llover sobre mojado», -L. P.-
Q: A nivel personal, ¿te ha tocado vivir algo bajo esta misma idea de que en cuestión de minutos o segundos, te cambie la vida?
A: No, con una situación exactamente como esta, pero por supuesto, a mí, felizmente, no me ha pasado. Incluso yo tengo dos hijos, ya son dos hijos de 22 años, pero cuando yo estaba haciendo la investigación creación, leyendo libros de escritores, grandes escritores, que sus hijos han muerto y entonces, de alguna manera, transmutado ese dolor en literatura, la investigación para mí era dolorosísima explorar todo eso. Pero, por supuesto, fíjate que la frase que iba debajo del título, que va debajo del título, dice: ‘La vida te puede cambiar en un segundo’, es tal cual, lo sabemos. De repente, qué sé yo, vas a ir a comprar algo en el supermercado y te montas en el carro y de repente hay un choque y te matan. Todo el tiempo, lo imprevisible, está acechándonos todo el tiempo. Eso no significa que uno tiene que vivir en paranoia constante, sino entender que la vida es así, es parte del libreto de la vida. Y creo que eso es algo que también hace interesante a la historia, porque todo el mundo en el fondo tiene conciencia que es así.
Q: ¿Cuál consideras que es el reto para crear y contar historias en momentos en los que hay una oferta de contenido tan grande y variada por las plataformas de streaming?
A: Yo creo que uno no puede olvidar que las historias hay que escribirlas con el lenguaje de las emociones. Es decir, tienes que emocionar a la gente, tienes que conmoverla, tienes que moverla emocionalmente. Y para hacerlo, insisto, no puedes llover sobre mojado, tienes que aportar una visión inédita, no tan socorrida de la naturaleza humana. O sea, contar historias que tengan que ver con la condición humana. Historias donde la gente pueda empatizar, donde la gente se o sería reflejado, pero contarlas, abordarlas desde un punto de vista que de alguna manera intente descubrir nuevas esquinas de ese laberinto inmenso que somos los seres humanos.