(Texto leído en el pronunciamiento público de los artistas a propósito de la marcha del 19 de abril del 2017)
Los que estamos hoy aquí presentes queremos subrayar, en principio, que lo hacemos honrando nuestra condición de ciudadanos. Y que un ciudadano, por definición, no tiene color político, no lo define una ideología, sino su relación humana y social con su entorno, su ciudad y, más aún, con su país. Preciso más puntualmente nuestra condición: somos ciudadanos de un país llamado Venezuela. Es decir, queremos también hablar a través de nuestro gentilicio. De nuestra condición de venezolanos. Gente que tiene un vínculo, un asidero telúrico con una región del mundo, gente que la define un arraigo, una temperatura del Caribe, una concepción de la vida. Gente que quiere su país porque es inevitable. Gente que le duele hasta los huesos el horizonte de caos, debacle, ruina, devastación y colapso donde se encuentra la nación. Elijan cualquiera de esos términos. Lamentablemente, cada uno y todos sumados ilustran el gravísimo estatus de nuestra realidad.
Y queremos también hablar desde el oficio que nos define. Artistas. Eso somos todos los que hoy estamos aquí. Dicho sin pompa y sin arrogancia. Dicho desde la humildad y el civilismo que entraña esa vocación de vida. Aquí hay reunidos una importante cantidad de artistas que representan las más distintas disciplinas de la creación. Aquí hay, aquí somos, aquí estamos escritores, actores, músicos, humoristas, dramaturgos, directores, productores, intelectuales, cineastas, poetas. En fin, gente que trabaja con la imaginación, con la sensibilidad, con la creación. Justamente lo opuesto a la destrucción. Al discurso del caos y de la violencia. Allí donde no hay nada, allí donde todo es yerto, el artista construye, propone, crea. Y todos los que aquí estamos queremos expresarle al país entero nuestro deseo manifiesto de participar este próximo 19 de abril del 2017 en la gran marcha que la oposición democrática ha convocado.
Como ciudadanos queremos ejercer nuestro derecho, consagrado en la constitución, a marchar pacífica y democráticamente para reclamar lo que todo el grueso y amplio país exige: 1) La restitución del hilo constitucional, violentamente lesionado luego de los escandalosos decretos aprobados en los últimos días por el TSJ, donde se le propina un golpe de Estado al aparato institucional. 2) La fijación inmediata de un cronograma electoral que permita al país expresar su opinión y decidir su destino de una manera democrática. 3) La liberación de la cada vez más numerosa existencia de presos políticos, sometidos muchos de ellos a vejámenes y torturas que violan los derechos humanos universales y 4) La restitución plena de los derechos de la Asamblea Nacional, un poder que tiene la distinción de ser elegido por todos y cada uno de los venezolanos.
Queremos insistir en nuestra condición de ciudadanos. Nosotros no somos políticos. Aunque, como bien lo dijo Aristóteles, el hombre es por naturaleza un animal político. Pero a los artistas no les interesa el poder y menos ser voceros de un partido político. Nuestra vida transita por los nobles, difíciles y misteriosos caminos del arte donde solo nos interesa crear e indagar sobre la condición humana, donde solo nos interesa el poder como una expresión más de las complejas ambiciones del hombre. Lo que está ocurriendo en el país va más allá de lo político y de los gustos ideológicos de cada quien que, sin duda, deben ser respetados. Lo que está ocurriendo es de magnitudes tan apocalípticas que es imposible que nosotros, ciudadanos venezolanos, con los mismos derechos y deberes que los demás, no nos pronunciemos, no alcemos nuestra voz. Una voz que exige que sea respetado nuestro derecho a la vida, a la salud, a la alimentación, a la seguridad y al bienestar. Una voz que demanda que sea respetado nuestro texto fundamental que es la constitución. Si no es así, la anarquía y la destrucción serán los protagonistas definitivos de nuestro destino como nación.
Y queremos reclamar nuestro derecho a ser llamados simplemente ciudadanos de oposición. No terroristas, ni apátridas, golpistas, conspiradores o gente de la derecha. No queremos etiquetas. No queremos ser un país divido por etiquetas. Ya basta. Ya es suficiente. No queremos más clasificaciones maniqueas y simplistas de la realidad. Queremos, en unión con la inmensa mayoría de los venezolanos, expresar nuestra profunda inconformidad con la forma en que está siendo manejado el país. Muchos de nosotros nacimos en democracia, sabemos sus defectos y bondades, y por eso creemos en ella. Creemos en la alternancia, en la autonomía de poderes, en el respeto a la decisión de las mayorías y en la posibilidad de decidir nuestro destino a través de la herramienta más democrática de todas, el voto. Queremos que se acaben la impunidad, la ineficiencia, la corrupción y el salvaje saqueo de las arcas públicas. Y por eso, queremos ejercer nuestro derecho a manifestar pacíficamente. Por eso exigimos que este 19 de abril nos respeten. Que nuestras voces no sean atacadas con bombas lacrimógenas y perdigones. Exigimos que “libertad de expresión” y “democracia” no sigan convirtiéndose en palabras vapuleadas por la asfixia y el humo de la represión.
Marchar es estar vivos. Es reclamar por lo ausente, por las carencias. Es síntoma de rebeldía contra lo que ya no sirve. Es ir hacia otro sitio, es buscar algo. Posiblemente un país mucho más coherente y normal. Queremos reiterar nuestra condición de gente pacífica, gente civilizada, que cree en el mundo de las ideas y que repudia categóricamente el idioma de la violencia. Marchar no es una palabra violenta. Marchar no es agredir. Es construir conciencia. Es ejercer ciudadanía.
El venezolano que inunda hoy las calles es un venezolano múltiple, que muchas veces ni siquiera pertenece a un partido político, que simplemente está sumergido en una angustia sin reloj y pide que se respeten las reglas de juego para vivir en una sociedad de construcción.
Repudiamos todos los actos que atenten contra los bienes públicos y privados, y más aun contra las personas y su integridad física y moral. Repudiamos los saqueos. Repudiamos los allanamientos y las detenciones arbitrarias. Repudiamos que no se les permita a los medios de comunicación nacionales y extranjeros transmitir el verdadero curso de los hechos. Repudiamos los insultos, las amenazas y la estigmatización de todo ser humano que no comulgue con la ideología del gobierno. Repudiamos, en definitiva, la sistemática violación de los derechos humanos y la ruptura del hilo constitucional. Repudiamos todo lo que no se parezca a civilización y paz. Por eso convocamos a todo el pueblo venezolano, desde nuestra modesta tribuna ciudadana, a expresar este 19 de abril su deseo mas autentico y genuino de querer volver a ser un país donde los derechos civiles reinen en estricta armonía y podamos volver a vivir en democracia.
Me permito finalizar estas líneas con un fragmento de un poema de, ¿qué cosa, no?, el poeta cubano Nicolás Guillén:
“Mire la calle.
¿Cómo puede usted ser
indiferente a ese gran río
de huesos, a ese gran río
de sueños, a ese gran rio
de sangre, a ese gran río?
Eso seremos el próximo 19 de abril. Un gran río de democracia y ciudadanía. Un gran río de venezolanos gritando cambio y libertad.
Leonardo Padrón
POR: CARAOTADIGITAL – ABRIL 18, 2017