Los románticos del caos
Lo que circula en la mente de cada venezolano es aún más tenebroso que lo que pasa a su alrededor. La incertidumbre es básicamente neblina. Cubre el horizonte por completo. No hay nada más allá. Es la duda vestida de luto. Cuando al futuro se lo traga la incertidumbre, no hay país posible. Las palabras que se asoman en cada esquina del mapa arrastran solo pesadumbre. El aire nacional se ha vuelto irrespirable. La vida en Venezuela se conjuga con aspereza. Y eso también rima con tristeza. No hay nación que se merezca tanto agravio.
Amigos cercanos que han tenido que sentarse en la misma mesa con los líderes de la pesadilla me comentan que algunos de ellos se creen su propio cuento de la guerra económica. Se creen que la invasión de los marines vendrá en los contenedores de medicinas y alimentos que exige la emergencia humanitaria. Se creen los doscientos atentados a Chávez y Maduro. Se creen los cheques de la CIA pagados a humoristas, caricaturistas, escritores y analistas.